jueves, 7 de marzo de 2013

Mucha hidratación y poca atención.


Menuda semanita llevo. Una gastroenteritis de caballo ha visitado mi preciado cuerpo y no ha dejado títere con cabeza. Una visita al ambulatorio y dos de urgencia al hospital, una de ellas casi de madrugada. Parece que la cosa va remitiendo, por suerte. Con todo este conflicto interno apenas he podido hacer nada y menos salir de casa. Una de las cosas que más he echado de menos es ir a nadar a la piscina, pero mañana por la mañana, me acerco temprano. Quería ir a medio día pero tengo una comida familiar.

Y es que esto de estar enfermo y vivir solo es un poco lata y más cuando la familia está lejos, que no puedes reclamar su atención en estos casos. Amistades aquí tengo pocas, solo un amigo que vive a dos calles pero tampoco es plan de hacerle venir cada día. A joderse toca.

Aprovechando estos de días de reclusión he aprovechado para reorganizar también mi entorno social y prescindir de todas aquellas personas que en el fondo no acabaron de demostrar lo que demostraban ser. Y eso no sin contar una experiencia que tuve hace poco con un una persona que me dejó de piedra por un simple mal entendido. Si es que, a pesar de que la gente cumpla años y más años,  de cabeza siguen teniendo 20 la gran mayoría.

Últimamente he dejado por el camino a muchas personas y amistades. La selección es dura, pero nunca  pensé que llegase a serlo tanto con algunas personas que realmente consideraba aliadas. Me he llevado una gran desilusión. Y con esto llega uno a la conclusión que los amigos que perduran en el tiempo, esos que aun estando a 1000 km de distancia y nos veamos solo una vez al año, son los reales. Me gustaría tenerlos mucho más cerca de lo que les tengo, pero aun así, me conformo. No tengo un entorno social muy dinámico en la ciudad donde vivo, más bien estoy bastante aislado. Empezar un poco de cero y ubicarse de nuevo puede ser algo difícil.

Siempre está la ilusión del trabajo y la mejora continua, sin ella estariamos acabados.